En el libro de Mateo podemos encontrar las siguientes palabras de Jesucristo:
Mateo, 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Lisa y llanamente, Jesucristo está diciendo que no todo el que lo llame Señor será
salvo.
Pero ¿quiénes son lo que llamarían Señor a Jesucristo y podrían no entrar en el
reino de los cielos?. ¿Los incrédulos?. ¿Los ateos?. ¿Los científicos?. ¿Los que
profesan otras religiones?. Ninguno de estos llamaría jamás “Señor” a Jesucristo:
algunos por su incredulidad y otros porque llaman “señor” a otros dioses. Los
únicos que llaman “Señor” a Jesucristo son, en principio, los cristianos (católicos y
protestantes). Entonces, lo que Jesús está diciendo es que “de entre los que se
proclamen cristianos, no todos los que me llamen Señor serán salvos”.
Jesucristo, cuando dijo estas palabras de Mateo, 7:21, estaba anticipando lo que
sería una (triste) realidad dentro de la iglesia, a lo largo de su historia: que habría
gente que, a pesar de confesar su nombre, no sería salva. Por estas palabras de
Jesucristo podemos llegar a la conclusión de que “no todo el que dice que es
cristiano verdaderamente lo es”.
Los tibios
Los “tibios” son aquellos que se autoproclaman cristianos, pero que la Biblia ya
anticipa que no son salvos y también estas son “palabras de Jesucristo”:
Apocalipsis, 3:15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses
frío o caliente! 3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de
mi boca.
La Biblia habla entonces de lo que podríamos llamar las tres “temperaturas
espirituales”:
[1] fríos;
[2] calientes; y
[3] tibios;
¿Quiénes son los “fríos”?. Son los “incrédulos” y, por supuesto, están “fuera de la
iglesia”.
¿Quiénes son los “calientes”?. Son los creyentes activos “llenos del Espíritu
Santo”, los cristianos verdaderos y, por supuesto, están “dentro de la iglesia”.
¿Quiénes son y donde están los tibios?.
El Evangelio que Pablo predicó no lo aprendió de ningún hombre sino que le fue
revelado por Jesucristo (Gálatas, 1:11-12). Y lo que Pablo predico es que la
salvación es por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y
no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
La gracia puede ser definida como el favor inmerecido de Dios por medio del cual
los hombres pueden ser salvos, vivir en santidad y obedecer sus mandamientos.
La gracia es la actividad unilateral de Dios por medio de la cual Él está
continuamente atrayendo las almas hacia sí mismo.
Siendo la gracia la causa de la salvación, el modo de acceder a ella es por medio
de la fe (Romanos, 5:2) en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4):
1 Corintios, 15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
Por más gracia que haya (y vaya si la hay) sin fe en el Evangelio (1 Corintios,
15:3-4) la salvación no acontece. ¿Por qué?.
Porque:
[1] la fe es el “boleto de entrada” a la gracia (Romanos, 5:2), que es la causa de la
salvación (Efesios, 2:8); y
[2] sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos, 11:6);
Los “tibios” son personas que han confesado a Cristo de labios, pero lo han hecho
sin fe, es decir, no han creído en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4). Sabemos, por
Pablo, que el Espíritu Santo se recibe, junto con la salvación, por oír con fe el
Evangelio (Gálatas, 3:2). Como estas personas no han creído el Evangelio (1
Corintios, 15:3-4), el Espíritu Santo jamás ha venido a morar (1 Corintios, 3:16,
6:19), ni muchos menos ha sido sellado en ellas (Efesios, 1:13-14, Efesios, 4:30, 2
Corintios, 1:21-22), motivo por el cual el Espíritu Santo nunca ha podido comenzar
su obra de convicción de pecado, de justicia y de juicio en ellas (Juan, 16:8). Y ya
sabemos que el Espíritu Santo no puede morar, ni mucho menos obrar en un
incrédulo (Juan, 14:17).
Estas personas normalmente están bautizadas, participan de la Santa Cena e,
incluso, de algunas actividades de la iglesia. Pero son personas que no son salvas
y que, por lo tanto, continúan perdidas.
¿Cómo sabemos que “están dentro de la iglesia”?.
La iglesia es el cuerpo de Cristo:
Romanos, 12:5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos
miembros los unos de los otros.
1 Corintios, 12:27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno
en particular.
Efesios, 4:12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo,
Jesucristo dice que los vomitara de su boca, lo cual significa que los tibios están
en la “boca de Cristo”, es decir, están “dentro del cuerpo de Cristo”.
¿Cómo sabemos que no son salvos?.
Jesucristo dice que serán “vomitados”, lo cual implica “salir del cuerpo”. Ellos no
participaran del “rapto de la iglesia”, al igual que los incrédulos.
Estos cristianos conocen el Evangelio, pero no están convertidos. Han confesado
a cristo pero no han creído (si hubiesen creído, el Espíritu Santo hubiese venido
sobre ellos y hubiesen sido transformados). El postrer estado de ellos viene a ser
peor que el primero, como dice Pedro:
2 Pedro, 2:20 Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones
del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra
vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. 2:21
Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que
después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue
dado. 2:22 Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su
vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
No se pierdan el detalle de los anteriores pasajes. Pedro pone énfasis en la
palabra “conocer” que viene del griego “gnosis”. La palabra “creer”, en cambio,
viene del griego “pistis” y no es usada por Pedro en estos pasajes. Pedro solo usa
la palabra “gnosis” en sus diversas formas. Estas personas “conocieron” el
Evangelio pero no lo han “creído”. Conocer no es creer. Si hubiesen creído (tenido
fe) el Espíritu Santo hubiese venido sobre ellos y serian salvos y no “tibios y
vomitados”.
Los antinomianistas
La palabra viene del griego “anomos” que, a su vez, viene de dos raíces griegas:
“a” (que significa “no o sin”), y “nomos” (que significa “ley”), con lo cual la palabra
“antinomianismo” significa “sin ley”.
El antinomianismo se refiere, en suma, a la práctica (herética) de vivir sin la debida
consideración de la rectitud de Dios, a emplear la gracia de Dios como si fuera una
licencia para pecar y confiar en ella para ser limpio del pecado, sin condiciones.
En otras palabras, ya que la gracia es infinita y somos salvos por gracia, entonces
podemos pecar cuanto queramos y, aun así, seguir siendo salvos.
Pablo escribe:
Romanos, 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando
el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 5:21 para que así como el pecado reinó
para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante
Jesucristo, Señor nuestro.
Pablo explico la razón por la cual fue dada la ley:
Romanos, 4:15 Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay
transgresión.
Romanos, 5:13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no
hay ley, no se inculpa de pecado.
Antes de la ley de Moisés, como es lógico, había pecado, pero no se podía
inculpar a nadie. Al no estar establecido que estaba bien y que estaba mal, no
había transgresión punible (castigable).
Acto seguido, Pablo agrega:
Romanos, 6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la
gracia abunde? 6:2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aún en él?
Romano, 6:14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis
bajo la ley, sino bajo la gracia. 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos
bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
Los que creen en esta herejía no son salvos y es muy fácil de comprobar.
Somos salvos por gracia, por medio de la fe en el Evangelio (1 Corintios, 15:3-4) y
no por obras (Efesios, 2:8-9, Tito, 3:5).
La gracia es el favor inmerecido de Dios por medio del cual podemos ser salvos,
podemos obedecer (aunque no de manera perfecta) los mandamientos de Dios y
podemos llevar una vida con la santidad que Dios exige. La gracia es la actividad
unilateral llevada a cabo por Dios por medio de la cual Él está atrayendo todo el
tiempo las almas hacia sí mismo.
Siendo la gracia la causa de la salvación, accedemos a ella por medio de la fe
(Romanos, 5:2). La fe debe estar puesta en lo que hizo Cristo en la cruz, es decir,
en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). Cuando oímos el Evangelio con fe (cuando lo
creemos), junto con la salvación recibimos al Espíritu Santo (Gálatas, 3:2), el cual
no solo viene a morar (1 Corintios, 3:16, 6:19) sino que, además, es sellado en
nosotros (Efesios, 1:13-14, 2 Corintios, 1:21-22). Una vez que el Espíritu Santo
viene a morar en nosotros, comienza su obra, siendo una de ellas la convicción de
pecado (Juan, 16:8), lo cual significa que, cada vez que pecamos (aun siendo
salvos), el Espíritu Santo nos convencerá de que hemos pecado y nos guiara
primero al arrepentimiento y luego a la confesión (1 Juan, 1:9). Pablo dice que,
aquel que comenzó en nosotros la buena obra (el Espíritu Santo), la perfeccionara
(la hará cada vez mejor), hasta el día de Jesucristo, es decir, hasta el día del rapto
de la iglesia (Filipenses, 1:6). Es Dios morando en nosotros el que produce en
nosotros tanto el querer (dejar de pecar) como el hacer (el que podamos lograrlo)
por su buena voluntad (Filipenses, 2:13).
Como puede apreciarse, aquel que, malinterpretando la gracia, confiesa a Cristo y
vuelve, una y otra vez, en forma continua, a revolcarse en el barro cenagoso del
pecado, no tiene al Espíritu Santo morando consigo, es decir, no es salvo, el
Espíritu Santo jamás comenzó en el obra alguna motivo por el cual mucho menos
podrá perfeccionarla (Filipenses, 1:6).
El Espíritu Santo se recibe por el oír el Evangelio con fe:
Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las
obras de la ley, o por el oír con fe?
Es decir, sin fe el Espíritu Santo no puede recibirse (Juan, 14:17).
Esto sucede con una innumerable cantidad de personas que han confesado a
Cristo pero lo han hecho sin fe (sin creer) en el Evangelio (1 Corintios, 15:1-4). Por
más gracia que haya (y vaya si la hay) sin fe la salvación no acontece porque:
[1] la fe es el “boleto de entrada” a la gracia (Romanos, 5:2), que es la causa de la
salvación (Efesios, 2:8); y
[2] sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos, 11:6);
Jesucristo mismo hablo contra esta herejía:
Mateo, 7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? 7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedores de maldad.
Estas personas a las que les habla Jesucristo aparentemente son cristianas.
Ellos le dicen al Señor, en tu nombre:
[a] profetizamos, es decir, tienen el “don de profecía” (1 Corintios, 12:10);
[b] echamos fuera demonios, es decir, tiene el “ministerio de liberación” (Marcos,
16:17); e
[c] hicimos muchos milagros, es decir, “tienen el don de milagros y sanidades” (1
Corintios, 12:9-10);
Es decir, son personas que aparentemente son cristianas, actúan dentro de la
iglesia y tienen dones y ministerios. Casi “cristianos modelos”. Pero Jesucristo los
echa.
¿Por qué los estará echando el Señor?. ¿Acaso no vio todo lo que ellos hicieron?.
Juan, 6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá
hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 6:36 Más os he dicho, que
aunque me habéis visto, no creéis. 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí;
y al que a mí viene, no le echo fuera.
La frase “hacedores de maldad” (de Mateo, 7:23) proviene del griego, de la
palabra “anomos”, donde “a” significa “no o sin” y “nomos” significa “ley”, es decir,
“sin ley” (antinomianismo). Lo que Cristo está diciendo es: “apártense de mi los de
ustedes que, confesando mi nombre como Señor, vivieron en la Tierra como si yo
nunca les hubiera dado una ley para obedecer”.
Muchos dicen “soy cristiano”, pero ni saben lo que son las leyes de Cristo. No les
importa. Cristo está diciendo: “tú dices que eres mi discípulo pero vives tu vida
como si nunca te hubiera dado una ley para obedecer, tú vives como quieres y
haces todo conforme a tus pensamientos, todo conforme a la carne y a lo que el
mundo está haciendo y dices que yo soy tu Señor, eso es mentira, apártate de
mí”.
Una última pregunta: ¿cómo puede ser que Dios use gente así, que ni siquiera es
salva?. Los rechazados de Mateo, 7:22-23 le dicen al Señor “profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros” y Jesucristo no los contradice. La clave está en que, a pesar de no ser
salvos, hicieron todo eso en el nombre de Jesucristo. Dios no respalda al
predicador sino que respalda el nombre de su Hijo, que es “nombre sobre todo
nombre” (Filipenses, 2:9) y respalda su Palabra, que siempre se cumple (Isaías,
46:10-11, Isaías, 55:11).
La cizaña
Mateo, 13:24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es
semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 13:25 pero
mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y
se fue. 13:26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la
cizaña. 13:27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron:
Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene
cizaña? 13:28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron:
¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 13:29 Él les dijo: No, no sea que
al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 13:30 Dejad crecer
juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los
segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero
recoged el trigo en mi granero.
Nuevamente aquí las palabras son de Jesucristo.
El Señor es Jesucristo y el campo es la iglesia. El trigo representa a los
verdaderos cristianos y la cizaña sembrada por el enemigo (Satanás) representa a
los siervos de Satanás disfrazados de cristianos. La parábola enseña que cuando
se le pregunto al Señor si quería que se arrancara la cizaña, El contesto que no
porque “no sea cosa que, juntamente con la cizaña, se arranque también el trigo”.
El Señor propuso, en cambio “dejar crecer lo uno y lo otro hasta la siega
(cosecha)”, lo cual da a entender que los verdaderos cristianos tendrían que
convivir con estos verdaderos siervos de Satanás infiltrados dentro de la iglesia.
Son los “obreros fraudulentos” de los que habla también Pablo:
2 Corintios, 11:13 Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se
disfrazan como apóstoles de Cristo. 11:14 Y no es maravilla, porque el mismo
Satanás se disfraza como ángel de luz. 11:15 Así que, no es extraño si también
sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus
obras.
¿Dónde están estos siervos de Satanás?. Dentro de la iglesia. ¿Son salvos?. Por
supuesto que no. Actúan dentro de la iglesia, aparentan ser cristianos pero son
siervos de Satanás.
Los anticristos
Constituye una herejía cualquier enseñanza que redefina la persona de Jesucristo:
negar su deidad (divinidad), su nacimiento virginal, su vida sin pecado, su
resurrección física.
Juan también habla del anticristo en:
1 Juan, 2:18 Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el
anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos
que es el último tiempo. 2:19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros;
porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero
salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros;
El apóstol Juan dice “ya es el último tiempo”, es decir, Juan creía que en su época
ya se vivían los “últimos tiempos”. Muchos de nosotros, a su vez, creemos que los
últimos tiempos son estos que estamos viviendo ahora. Pero ¿cuáles son los
últimos tiempos?. Los “últimos tiempos” comenzaron a vivirse inmediatamente
después de la cruz de Cristo. Ahí “se dio vuelta el reloj de arena” e inicio la cuenta
regresiva, hasta el rapto de la iglesia, en primer lugar, y hasta la segunda venida
de Cristo, en segundo lugar. Con la cruz de Cristo el reloj profético de Dios (que es
Israel) se detuvo en la “semana 69”. Queda por cumplirse aún una última semana
de años (7 años), que es la Tribulación, para que se termine de cumplir la profecía
de “las 70 semanas de Daniel” (Daniel, 9:24-27).
El apóstol Juan habla aquí de los “anticristos”, es decir, de una actitud de muchos.
Cuando escuchamos la palabra “anticristo” la relacionamos de inmediato con un
personaje que aparece en Apocalipsis, 13:1 que vendrá a liderar la última rebelión
contra Dios en los últimos siete años de las historia del gobierno humano (la
semana 70 de Daniel). Este personaje, que aparecerá en los últimos días, también
es mencionado por Daniel (Daniel, 9:27) y por Pablo (2 Tesalonicenses, 2:3-10).
Esto es cierto, pero también es cierto que “anticristo” es una actitud contra Cristo,
su obra en la cruz y su reino. De hecho, los que tienen esa actitud son dominados
por uno de los espíritus inmundos o demonios desencadenados por satanás
contra de la iglesia llamado, precisamente, el “espíritu de anticristo”.
¿Y quién es anticristo?.
1 Juan, 2:22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el
Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 2:23 Todo aquel que
niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al
Padre;
Es anticristo el que niega que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios.
Otros pasajes similares contra esta enseñanza herética (también de Juan) son:
1 Juan, 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de
Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. 4:2 En esto
conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido
en carne, es de Dios; 4:3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido
en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis
oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
1 Juan, 4:15 Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él, y él en Dios;
1 Juan, 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo
aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él;
Todo aquel que niegue la divinidad de Jesucristo es anticristo:
Tito, 2:13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de
nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
Colosenses, 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas
sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del
mundo, y no según Cristo. 2:9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud
de la Deidad,
Pero lo más importante es lo que dice Juan respecto de los anticristos. Él dice
“salieron de nosotros para que se manifestase que no todos son de nosotros”. No
se pierdan este detalle. Los anticristos están dentro de la iglesia, no fuera.
Tenemos la tendencia a pensar que los anticristos son los ateos, los científicos,
los que profesan otras religiones, es decir, solemos pensar que los anticristos
están afuera de la iglesia, pero Juan dice que están adentro, cuando dice “no
todos son de nosotros”. Juan no se está refiriendo a los que están fuera de la
iglesia, que ya sabemos que no son de nosotros. Se está refiriendo a los que
están dentro de la iglesia.
El destino eterno de los falsos cristianos
Los falsos cristianos que pertenecen a estos cuatros grupos que hemos
nombrado, por supuesto, no son salvos:
[1] los tibios, serán vomitados por el Señor (Apocalipsis, 3:15-16);
[2] los antinomianistas, serán rechazados por el Señor (Mateo, 7:22-23);
[3] la cizaña, será atada en manojos y quemada (Mateo, 13:24-30);
[4] los anticristos, dice Juan, no son de nosotros, es decir, no son salvos (1 Juan,
2:18-19);
Un dato interesante es que, a excepción de los anticristos, de los cuales habla
Juan en 1 Juan, 2:18-19, de los otros tres tipos de falsos cristianos (los tibios, los
antinomianistas y la cizaña) habla Jesucristo en persona.
Pregunta: si alguien, perteneciente a alguno de estos cuatro grupos de falsos
cristianos, se muere esta noche y se va al infierno ¿podemos afirmar que “perdió”
su salvación?. No, de ninguna manera, porque la Biblia ya anticipa que nos son
salvos y están todos metidos en la iglesia. Cuanta gente no salva que hay dentro
de la iglesia!!!.
El destino eterno de los verdaderos cristianos
En contraste con estas cuatro categorías de falsos cristianos que acabamos de
mencionar (los tibios, los antinomianistas, los siervos de satanás infiltrados en la
iglesia y los anticristos) tenemos a los que verdaderamente son salvos, que son
los verdaderos cristianos mencionados en:
Juan, 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 10:28 y yo les
doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi
mano. 10:29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre.
Aquí también habla Jesucristo en persona y habla de sus ovejas, que escuchan su
voz y lo siguen y que no perecerán jamás, porque su Padre se las dio y nadie las
puede arrebatar de la mano de su Padre porque su Padre mayor que todos es.
Jesucristo tiene a los salvos en su mano y luego viene el Padre y envuelve la
mano de Cristo.
¿Quién puede arrebatar estas ovejas de la mano de Dios?.
Como bien lo expresa Pablo:
Romanos, 8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia,
o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 8:36 Como está
escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como
ovejas de matadero. 8:37 Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. 8:38 Por lo cual estoy seguro de
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.