Hay millones de creyentes que califican sus vidas al lado de un esposo o una esposa no cristiana como «Cargar una cruz pesada» o «vivir en un infierno en la tierra». ¡Guao! Esas son expresiones muy serias que tal vez pudieran ayudar a los no casados aún a no cometer los mismos errores.
Pero vayamos a la respuesta: Lo que más nos debería preocupar al decidir casarnos con una persona no creyente, o sea, a cometer «yugo desigual» es que al hacerlo, comenzaremos a vivir una vida fuera de la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Usted no tiene que salirte de la trayectoria que Dios tiene en mente para su vida y perder de todas las cosas que Dios tiene guardadas para usted. Simplemente, ¡¡No lo haga!!
Algunos estamos tan enamorados y tan ciegos que alegamos que «ella está lista para aceptar a Cristo como su Señor y Salvador tan pronto nos casemos».
¡Ejem! Ninguno de nosotros puede estar seguro que la persona con la que nos casamos va a preservar en la fe, de modo que confiamos en el Señor mientras oramos por nuestra esposa y tratamos de ser el esposo o la esposa que no Dios nos llama a ser.
Así que, ¿Cuál es el problema?
¡Bueno, el problema es que en este caso los motivos de ella para convertirse en cristiana no parecen ser que ella se haya enamorado de Cristo sino de ti!
Una persona que diga que «se convertiría a cualquier religión» para estar contigo revela que no ha entendido que el cristianismo hace afirmaciones objetivas de la verdad acerca de la realidad.
Eso me trae a memoria una canción que tiene la cantante ecuménica dominicana Lilly Goodman que se llama «No». Es la historia de una chica evangélica que le dice que «No» a un chico que le promete convertirse solamente para estar con ella. Pero, ¿Qué tipo de conversión será esa?
Hay personas que creen que adoptar una religión es similar a seguir una moda: una persona puede cambiar de modas sin tener preocupación por la verdad. Esa joven aún no ha llegado al punto de que se le puede confiar ya que parece estar dispuesta a decir o hacer cualquier cosa que le lleve a obtener el objeto que desea.
El temor es que con el pasar del tiempo, con las pruebas inevitables del matrimonio y con los ataques de la familia, su compromiso con Cristo pudiera marchitarse ya que no estaba basado en la creencia de la verdad del cristianismo sino en la utilidad del mismo. ¡Si el compromiso de ella disminuye, sólo piensa en las dificultades que va a ocasionar en lo que tiene que ver con criar a tus niños como creyentes!
Ahora bien, no estoy diciendo que su buen deseo de poner su fe en Cristo no sea genuino. Esperemos que lo sea. Pero necesitas esperar hasta que ella haya hecho ese compromiso y verás el fruto del Espíritu Santo producido en su vida. Necesitas tener una conversación sincera con ella acerca de cuan realmente equivocado está decir que uno se convertiría a cualquier religión por amor a otra persona. Necesitas esperar hasta que tengas pruebas positivas de que ella se haya enamorado de Cristo por amor a sí mismo (y no por amor a ti) y que quiere vivir toda su vida en obediencia a él como Señor.
Observa de que ella se involucre en una iglesia y que sea bautizada, que tome parte en un grupo de discipulado con otras jóvenes, y que esté teniendo una vida significativa de devoción personal. Deberías poder distinguir por lo que ella comparte contigo acerca de lo que el Señor le está enseñando y lo que Él está obrando en su vida de sí o no su compromiso es auténtico.
Hermano, la dificultad es que mientras tanto tú estás en peligro de atarte emocionalmente a ella de una forma imposible de deshacer, de modo que tu amor por ella te va a seducir a hacer algo que tu mente te dice que no hagas. Por lo tanto, necesitas crear algún espacio emocional entre tú y ella mientras esperas ver si su compromiso con Cristo es genuino.
Espera a que se arrepienta, a que dé testimonio y frutos de arrepentimiento y entonces decide: ¿Cuánto tiempo llevará eso? Eso lo determinará su vida con Cristo.
¿Irías a una iglesia cuyo pastor dice que se convertirá a Cristo una vez la iglesia se llene?
Pues tú estás pensando en amarrarte a una mujer que dice lo mismo.¡Hmmmm!!
Estar casado con un incrédulo puede ser uno de los retos más difíciles en la vida cristiana. El matrimonio es un pacto sagrado que une a dos personas juntas en una sola carne (Mateo 19:5). Puede ser muy difícil para un creyente y un no creyente vivir en pacífica armonía (2 Corintios 6:14-15). Si un cónyuge se vuelve cristiano después del matrimonio, las luchas inherentes que vienen como consecuencia de vivir bajo dos diferentes autoridades, se vuelven muy evidentes.
Con frecuencia los cristianos que enfrentan esta situación, buscan alguna forma para salir del matrimonio, convencidos de que esta es la única manera de honrar verdaderamente a Dios. Sin embargo, Su Palabra nos dice lo contrario. Es muy importante no sólo estar contento en nuestra situación, sino también buscar maneras de traerle gloria a Él fuera de nuestras circunstancias difíciles (1 Corintios 7:17). La Biblia se dirige específicamente a aquellos que están casados con incrédulos en 1 Corintios 7:12-14: “Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido…”.
Los cristianos casados con incrédulos necesitarán orar, para que el poder del Espíritu Santo les permita profesar a Cristo y vivir a la luz de la presencia de Dios. (1 Juan 1:7). Ellos deben buscar el poder transformador de Dios para cambiar sus corazones y producir el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). Una esposa cristiana está obligada a tener un corazón dócil, aún hacia su esposo incrédulo (1 Pedro 3:1), y ella necesitará permanecer junto a Dios y confiar en que Su gracia le permitirá hacerlo así.
Los cristianos no fueron hechos para vivir vidas solitarias; ellos necesitan encontrar apoyo de fuentes externas, tales como la iglesia y a través de grupos de estudio. Estar casado con un incrédulo no altera la santidad de la relación, así que debe ser la prioridad de cada cristiano orar por su esposo o esposa, y ser un buen ejemplo, permitiendo que la luz de Cristo resplandezca como luminaria ante el mundo (Filipenses 2:15). Que la verdad que se encuentra en 1 Pedro 3:1 -que un cónyuge incrédulo es «ganado»- sea la esperanza y la meta de todo cristiano casado con un incrédulo.