Estableciendo límites

“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6)
Una de las causas principales por la que los jóvenes se alejan de los caminos de Dios es por el remordimiento que surge después de haber fornicado.
No son capaces de perdonarse a sí mismos, aun cuando Dios ya los ha perdonado, y terminan por alejarse del reino de Dios.

Los jóvenes de hoy se pierden porque ellos, sus padres y sus líderes espirituales creen que ya saben lo suficiente sobre el sexo y que solo queda decirle al joven que no peque contra Dios, fornicando.

La iglesia juega un papel muy importante en la educación sexual de sus congregantes; sin embargo, uno de los temas del que menos se habla en las iglesias es el de la sexualidad. Los adolescentes y los jóvenes representan el sector de la iglesia más necesitado de información y orientación sobre sexualidad, y solo pocos de ellos la reciben.

Ahora bien, para los jóvenes cualquier prohibición en el noviazgo les parecerá injusta, cualquier límite les parecerá demasiado. Hay una pregunta que he escuchado muchas veces de parte de jóvenes cristianos sinceros y deseosos de agradar a Dios aún en su noviazgo. La pregunta es: «¿Hasta dónde puedo llegar con mi pareja sin ofender a Dios?»

La gran mayoría de los verdaderos cristianos sabe que tener relaciones sexuales antes del matrimonio desagrada a Dios y es pecado. Lo que muchos no saben y tienen derecho a saber, es hasta dónde pueden llegar con su pareja.

Las respuestas a esta pregunta son múltiples. En realidad existen tantas respuestas como personas hay, ya que cada persona es diferente a las demás. Esta es la causa por la que resulta difícil decirle a una persona un límite específico. No podemos generalizar porque cada persona es diferente.
Creo que la respuesta la encontrará cada uno en base al auto conocimiento de su cuerpo y de su sexualidad. Nuestros cuerpos producen un sin fin de sustancias que ayudan a controlar sus funciones; entre esas sustancias se encuentran las hormonas. Ellas controlan variados procesos del organismo, tales como la digestión, el crecimiento, la reproducción, entre otros. En el caso específico de las hormonas que regulan la reproducción sabemos que al realizar su función influyen sobre el estado de ánimo, sobre el deseo –apetito sexual– etc. Tal es el grado de influencia de estas hormonas que no podemos evitar que se presenten estas circunstancias. Lo que sí podemos controlar son los actos que se deriven de su influencia, como nuestra conducta sexual.
Cada ser humano, aunque produce las mismas hormonas, reacciona de diferente manera a ellas, de tal suerte que, algunas personas casi no lo notan mientras que otras se quieren morir por los efectos producidos en ellas.

Lo cierto es que, en menor o mayor medida, los afectará. Por lo tanto, es importante que conozcas cómo reacciona tu cuerpo ante la influencia de ellas ya que, como mencioné antes, muchas de las funciones de tu cuerpo son gobernadas por las hormonas, incluyendo tu estado de ánimo.
Para ello deberás ser muy observador. Durante un tiempo obsérvate, detecta cuándo tu estado de ánimo provoque que desees tener más contacto físico que de lo normal con tu pareja, aprende a detectar cuándo la sensibilidad de tu piel está aumentada, identifica las situaciones en las que tu mente comienza a volar sin desearlo, etc.

Al final del periodo de auto análisis tendrás un mayor conocimiento de tu cuerpo y de las situaciones en las que se sale o está fuera de control. Este análisis no es para tratar de predecir los días en los que estarás más susceptible –aunque en muchos casos servirá para esto, sobretodo en el de las mujeres, ya que sus ciclos hormonales son más notorios– sino para que en el momento en que estés con tu pareja te evalúes y puedas tomar la medida preventiva que te ayude a guardarte en santidad.
Recordemos que la búsqueda de la santidad es la motivación para leer este artículo; si tú no deseas alcanzarla puedes, si lo deseas, terminar con la lectura en este momento.

Ahora bien, una vez realizado este proceso de auto conocimiento, determina tus límites; deberán ir encaminados a evitar cualquier circunstancia en la que estés en un riesgo de fornicar o de envolverte en un juego sexual del que difícilmente puedas salir bien librado.
A lo que me refiero con esto último es precisamente a otro proceso de nuestra naturaleza, el que identifica sensaciones agradables, las registra y crea cierta dependencia para volverlas a experimentar.

Un ejemplo de ello sería el caso de la sensación que produce el contacto de ciertas zonas erógenas de tu cuerpo con el cuerpo de tu pareja, que termina por crear una dependencia hacia esas sensaciones. Al satisfacerlas genera mayor dependencia y puede llevarte a situaciones realmente embarazosas o a la masturbación. Recuerda que lo mismo sucede con los pensamientos: dales una oportunidad y te exigirán otra para volar y volar en un sin fin de fantasías.
Cuando sepas que estás bajo los efectos de las hormonas y, por ejemplo, tu deseo esté aumentado, cambia los planes para ese día y solo den un paseo por ahí o visiten lugares donde no estén a solas.

Una vez determinados esos límites, debes hacer un compromiso contigo mismo de cumplirlos y pedir ayuda a Dios para lograrlo. Por favor, establece perfectamente esos límites, no titubees al hacerlo, tú sabes cuáles son tus debilidades y debes ser inteligente al tratar con ellas.
Además, establece un plan B por si esos límites se ven traspasados o en riesgo de traspasarlos. Una de las ventajas del pecado de fornicación sobre sus víctimas es que llega de sorpresa. Aunque tú digas que nunca vas a fornicar, de cualquier forma piensa en lo que tendrías que hacer para huir de esa situación si se te presenta, ¡Que no te tome por sorpresa! ¡Ah! otra cosa: los límites no son negociables, ni contigo mismo ni con tu pareja.
Hay algo más, una vez que te auto conociste, estableciste límites no negociables y pediste ayuda a Dios para respetarlos y cumplirlos, debes informar a tu pareja de lo que has determinado, invítale a realizar lo mismo y a comprenderse mutuamente.

Eso sí, aunque se tengan demasiada confianza, eviten dar demasiados detalles sobre sus debilidades y las circunstancias que las favorecen, ya que podrían, alguno de los dos, sacar provecho de la información que se proporcionaron. Suena absurdo –quizás– pero recuerden que están enamorados y… pues…
Por último, quiero darte otro consejo. Obviamente, cuando estés con tu pareja pueden darse circunstancias en las que los límites que estableciste se vean en peligro de no cumplirse; en esas ocasiones, con mucha prudencia pero con determinación, cambia de actividad y evita las circunstancias que lo fomentan o favorecen. Solo evita que vaya a parecer que no te interesa estar con tu pareja. Sé amable y hazle ver de alguna otra forma que la amas, aún y cuando no tengas un contacto físico con ella.